EL DIOS QUE YO CONOZCO

3.01. ¿Vienen los muertos de vuelta al mundo de los vivos?

Personalmente no soy espiritista ni un lector de temas de ocultismo. No soy un seguidor de la parapsicología o de los cultos orientales. No soy un hipnólogo o un devoto de la bola de cristal.

No pertenezco a ninguno de estos grupos, no porque dude de la existencia de los fenómenos, sino porque he llegado a conocer el origen y el mecanismo de los mismos, tales como se los describe en la Palabra de Dios.

La enseñanza de las Escrituras sobre este tema popular es tan adecuada como clara: demasiado clara para ser mal entendida. ¿No sería ahora lógico y sabio que la examináramos?

Como ves, hemos llegado a un tiempo cuando no nos atrevemos a confiar en nuestros cinco sentidos. Los asuntos ya no pueden ser decididos con seguridad en base a nuestros sentimientos. Alguna revelación de Dios se necesita para guiar al sincero escudriñador de la verdad.

Pero ante todo ¿tenemos un concepto claro y preciso para saber qué cosa necesitamos descubrir? La razón por la cual la mayor parte de los sitemas ocultistas han atraído a tantas personas es que pretenden dar la oportunidad a los dolientes, a los solitarios, a los hombres y mujeres entristecidos, de comunicarse con sus seres amados que han partido. Y es la promesa de relacionarse con los sabios lo que confronta a los dirigentes mundiales con la tentación tremenda de buscar dirección sobrenatural.

Básicamente los movimientos ocultistas se edifican sobre el concepto de que los muertos no están muertos, y por lo tanto pueden comunicarse con los vivos. Esto es lo que induce a hombres y mujeres a intentar romper las barreras del espíritu. Esto es lo que los tienta a golpear las puertas del mundo invisible.

Ahora bien, esta pretensión de que los muertos pueden comunicarse con los vivos, o es cierta o es falsa. Si es cierta, sería una de las verdades más grandiosas y más dulces que haya visitado a la doliente humanidad. Si es falsa, constituye un fraude desvergonzado hecho en el nombre de los más tiernos recuerdos de la vida.

Al abrir la Palabra de Dios dejo contigo la decisión. Tal pretensión constituye un hecho cierto o falso. Estarás de acuerdo conmigo en que no pueden ser ambas cosas a la vez. Permíteme que te lleve, pues, a la única fuente de información de la cual se puede depender:

"Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos? ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido" (Isaías 8: 19, 20).

Es una declaración específica sobre el tema, ¿no es cierto? Pero nota este pasaje -el versículo 19- como lo traduce el Dr. Moffatt: "Cuando os digan que consultéis a los mediums y a los espíritus que susurran y farfullan en tonos bajos, preguntadles si una nación no debe ir antes a consultar a su Dios. Decid: '¿Por qué consultar a los muertos de parte de los vivos? ¡Consultad el mensaje y el consejo de Dios!' "

Esta es una indicación directa y clara de Dios. Cuando se nos invita a consultar a alguien avezado en las artes ocultas, a alguien que pretende relacionarse con los muertos, debiéramos responder: "¿Por qué consultar a los muertos de parte de los vivos?" Antes, "consultad el mensaje y el consejo de Dios".

Ahora bien, ¿qué revela el mensaje de Dios acerca de los muertos? ¿Vienen los muertos de vuelta al mundo de los vivos?

"Como la nube se desvanece y se va,
Así el que desciende al Seol (sepulcro) no subirá;
No volverá más a su casa,
Ni su lugar le conocerá más" (Job 7: 9, 10).

Evidentemente los muertos no regresan.